«Hace unos dos años que la vida se pone cada vez mas difícil.»
Este hombre de 30 años ha viajado por el mundo en barco, es un profesionista exitoso en su área, buen amigo y novio responsable.
Un día en su trabajo comenzaron esas miradas, esas voces, esa angustia. Soportó unos meses ignorando y evitando el contacto, pero cuando tu escritorio está cerca de todo y todos no hay mucho que hacer. Confrontar la incomodidad parece ser una opción, pero ante tanta presión y coraje, lo mejor fue quejarse mucho, hasta que un día lo despidieron. La mirada perdida comenzó a ser frecuente y con eso la llamada de un familiar: «Mi hijo necesita ayuda»
Se presentó a la cita un hombre joven y muy confundido. Observé su mirada y sus gestos, noté que la crisis estaba presente, decidí ser honesta y le hice ver que su salud emocional se encontraba en un estado muy desequilibrado, por lo que pregunté si podía vivir con alguien, quizás con su padre, sería solo por unas semanas en lo que pasaba la crisis. Me dijo que haría lo posible por no estar solo, me dijo que el problema habían sido sus compañeros de trabajo y relató el acoso, me comentó que todo inició cuando su última relación terminó y que seguía triste con eso.
La primera sesión sirve para conocer el problema y los antecedentes, en esta además le ayudé a relajarse con una meditación sencilla y estuvo listo para irse, pero en dos días regresaría.
Trabajamos dos veces por semana seis semanas y lo que era claro era cómo la gente amada lo traicionaba y hería, cómo sufría del acoso de abusadores tanto hombres como mujeres, personas sin corazón que ejercían un prejuicio hostil, afirmando que este hombre es malo, sucio, grosero o descuidado, pero… ¿de dónde vienen esos sentimientos? ¿Qué pasa que de pronto puedes sentir el juicio de un desconocido o la voz de crítica incluso solo en tu casa?
- De una herida real de rechazo.
Nuestros padres hacen lo mejor que pueden con lo que viven, pero ellos también han sufrido y declaran qué somos o que no, e inconscientes de su gran poder e influencia siembran semillas de dolor y angustia.
- La herida se vuelve patrón.
Necesitamos resolver esta herida y hay veces que duele más que otras, preferimos lo conocido y nos rodeamos de personas afines que nos recuerdan la relación con nuestros padres, de tal forma que si sufrimos rechazo o abandono en la infancia, se repite una y otra vez y el mecanismo de defensa se refuerza constantemente transformando nuestra piel en un callo grueso.
- Guardar sentimientos.
No hablar con nadie, tratar de esconder lo que pasa, evitar sentimientos y emociones provoca que se acumulen y exploten.
Este hombre refiere que antes no le importaba nada y que era muy fuerte en sus reacciones, dice que si le parecía permanecía y disfrutaba, pero si era lo contrario, huía a otro lado.
Evitar resolver, huir, no hacer nada, confiar en que uno está bien y los demás mal son el caldo de cultivo para sufrir una crisis de paranoia. De pronto te sientes débil y muy cansado, sin embargo, no puedes dormir, la incomodidad es regular y lo peor son los pensamientos negativos y catastróficos.
Trabajamos el mapa de las emociones, técnicas de relajación, jamás evitar un pensamiento o sentimiento, cómo manejarlos y pasarlos a positivos. Le ayudé a notar las partes hermosas de la vida y lo animé a que buscara disfrutar más de ellas. Hicimos experiencias para sanar la relación con sus padres, reclamos sanos a sus excompañeros, cierre de ciclos con sus novias anteriores, notar su responsabilidad y sentir satisfacción al cumplirla.
Hay días buenos y malos, pero ya detecta cuando es real y cuando no, de esta forma maneja su crisis. Gracias al trabajo realizado duerme y descubrió tranquilidad en su ser.
Aún seguimos trabajando en su nueva vida y en que confíe en sí mismo como director de su vida, pero ahora hay paz y satisfacción.
¡Confía en que te podemos ayudar!