Su madre murió hace dos años y la cantidad de emociones guardadas que se han removido ha sido impresionante, sobre todo por el coraje y dolor añejo que tenía almacenado.
En la entrevista inicial, se refería a su madre como la señora esa o por su sobrenombre de una forma despectiva. Me comentó que es maestra de profesión (obligada por su madre que también era maestra), que es esposa hace más de veinte años y que es la feliz madre de una jovencita.
Su vida ha sido buena desde que rompió relación con su madre, el mismo tiempo que lleva casada.
Lo que la motivó a pedir ayuda fue que a dos años de su fallecimiento, su hermana se comporta igual que su madre y eso conflictua seguido a esta mujer madura con energía optimista y arreglo jovial.
El resentimiento
La historia del dolor que ocasiona el resentimiento es el de años de abuso físico y psicológico.
Nace en un hogar en donde era común y normal la nalgada a tiempo, pero su madre era particularmente violenta y sus golpes dejaban marcas físicas y huellas en el corazón. Nunca pudo darle su confianza, solo miedo y coraje.
En medio de toda esta inseguridad, hizo equipo con su hermana para contar con alguien después de la golpiza o servir como mediador ante las dificultades de la vida. La única diferencia es que su hermana nunca se casó y vivió siempre con la madre.
Cuando mi paciente se casó y se fue de su casa, no volvió jamás, nunca fue a ver a su madre y tampoco habló con ella, aun en su lecho de muerte no hubo comunicación alguna.
En la terapia, le expliqué la importancia de honrar a su madre y perdonarla para ser libre de todo resentimiento que afecta notablemente su salud, pues otro de los motivos por los que llega a terapia es porque en el ultimo año ha presentado alergias, afecciones respiratorias y de piel aparentemente de origen nervioso según le refirió el médico.
Le pedí leer un libro para ayudarse a entender la dinámica del afecto desde el apego y los tipos de apego. Para la siguiente sesión ya había visto que, de los 3 tipos de apego, su madre ejercía más el rechazante, sin embargo, que había también experiencias de los otros dos.
Cuando analizamos el amor y cómo su madre realmente sí la amó, se impactó profundamente, «no lo había visto así», dijo.
Para la siguiente sesión la paz estaba en su rostro y pronunciaba el sobrenombre de forma cariñosa para referirse a ella. Hablamos de la violencia y la agresión, vimos qué era lo correcto, lo que no lo era y que la agresión es parte de nuestro instinto productor de la vida y que, en esencia, lo que promueve la agresión es un impulso necesario y que la razón primitiva es de amor, conservación y armonía social.
En esa sesión le pedí de tarea que repasara su historia buscando el amor, el miedo y la relación. Le dije que para esa tarea necesitaría comunicarse con su fallecida madre a través de sus pensamientos y así lo hizo.
Al final de esa sesión su rostro era determinado y me dijo con resolución: «sí voy a poder honrar a mi madre». La abracé y le reconocí el gran esfuerzo que ponía en comprender y asimilar tanto dolor, tanto resentimiento, sobre todo le recordé que esos sentimientos ya no cabían en su vida ni en su cuerpo, ante lo cual suspiró afirmativamente.
Revisa tu historia de vida, quizás haya dolor, coraje o resentimiento que necesitas dejar ir para estar más ligero en la vida.
¡En cetpi podemos ayudarte!