En el siglo V a. C. los griegos acuñaron el término psicología -“Psique” (alma) y “Logia” (estudio o tratado)-, para referirse a una disciplina que estudiaba el alma. Desde esos ayeres, la psicología se ha transformado hasta consolidarse como una ciencia que explica y resuelve, a través de diversos métodos, procesos y conflictos del pensamiento humano. Su camino no ha sido fácil, ha estado lleno de contratiempos como lo veremos a continuación.
. La experiencia inmediata es lo que en verdad marca nuestros conceptos acerca de cualquier cosa. Para mí, en el caso de la psicología, el primer acercamiento que tuve fue durante la niñez. Me enviaron por primera vez al psicólogo porque tenía bajo rendimiento académico, pero me encantaba ir al psicólogo. Era un espacio exclusivamente para mí, en donde sólo yo valía lo suficiente como para que mis padres se tomaran la molestia de permanecer sentados 50 minutos o más en espera de saber si estaba loca o no.
A partir de ese momento la psicología pasó a ser parte fundamental de mi vida. En esos tiempos no la entendía como ciencia o como arte, no pensaba en ninguna postura y no creía que fuera un lugar para raros; sólo pensaba que el psicólogo era una persona especial que dedicaba su vida a hacer sentir bien a los demás y que la psicología debía estudiarse porque no era tan sencillo confortar y auxiliar. Así que yo quería ser especial y hacer sentir a los demás como yo me sentía cuando iba a dibujar, a platicar de mi perro o a contar historias fantásticas que el psicólogo parecía entender y escuchar paciente y atentamente.
El segundo gran acercamiento que tuve con esta maravillosa disciplina fue en la materia de psicología, cuando cursaba el bachillerato. En ella aprendí que para la psicología era también muy importante el sistema nervioso y debía estudiarse con detalle y cuidado. Al principio no lo entendía, pero después de los esfuerzos de mi maestra por explicarme las bases biológicas de la conducta, al fin me resigne: si me decidía por estudiar psicología seguramente vendría en mi matricula.
Antes de ingresar a la FES tuve mi tercer y más grande encuentro con la psicología; la vi y toqué de tal suerte que no me quedaron más dudas. La psicología tiene que ver con el hombre, no se limita al comportamiento, a la fisiología, a lo social o a lo inconsciente. La psicología va más allá de un experimento de medición o de un diván.
La psicología es parte inherente de la vida del hombre. Surgió seguramente desde que el hombre tomó consciencia de sí y aviso al de a lado. De ahí en adelante germinó el debate de qué somos, para qué somos y por qué somos. En cuanto dimos respuesta a esas preguntas -fuese como fuese (pero contestadas)-, descubrimos el carácter místico del hombre. En ese momento la humanidad estaba lejos de saberlo, pero ya se hacía psicología al crear un modelo de explicación del propósito del hombre.
Aunque la psicología haya perdido mucho tiempo en ser una niña que no quiere crecer para no abandonar los brazos de su madre filosofía, lo logró con mucho esfuerzo y apoyo de muchos que la querían y respetaban. Sin embargo, nadie es perfecto y la psicología tuvo una adolescencia tormentosa pues no lograba definirse y aunque su mamá le decía que debía conocerse a sí misma para crecer, la psicología no entendía y decidió probar muchas cosas que al fin y al cabo le sirvieron como experiencia para saber que eso no era.
La psicología fue rebelde y rechazó del todo la postura de su madre que le decía que ella era el estudio del alma, esa alma que anima y genera. La psicología estaba deslumbrada por sus hermanos mayores que se llamaban a sí mismos ciencias y no escuchó del todo a su madre. Lo que hizo fue combinar un método subjetivo como la introspección y un método científico. De esta manera la psicología descubrió que quería ser ciencia y que haría todo lo posible por serlo, involucró a un nuevo método a su vida, y por fin pudo hacerse llamar por sus hermanos ciencia.
No todos estaban de acuerdo con ella -y muchos aún no lo están- por eso la psicología es una joven muy insegura y ha hecho todo lo posible porque la reconozcan. Cada vez que ha ido a hablar con la filosofía, ella la aconseja y dirige hacia sus raíces que al parecer son subjetivas y le quitan su carácter de ciencia. Pero la psicología es una ciencia a pesar de su carácter subjetivo y en realidad esta es la parte que la hace fuerte: dentro de su complejidad se encuentra su parecido con su objeto de estudio; siente tanto al hombre que por eso es que puede seguir siendo fiel. Por ser una ciencia joven, la psicología necesita del reconocimiento de los demás, pero con el tiempo madurará y se percatará de que la filosofía tiene razón. Decidirá tomar lo que mejor le convenga de todos sus hermanos y no necesitará desear comprobar lo muy buena que es sino que lo será sin más pretextos. En definitiva lo único que realmente importa de todo es el hombre y al parecer la ciencia que lo estudia lo ama tanto que hasta se parece a él.
Hoy después de muchos años desde aquella sensación de bienestar al pensar en mi siguiente visita al psicólogo, finalmente sé que la psicología está en la vida, en todas y cada una de las experiencias sensibles que el ser humano pueda tener. He aprendido que la psicología estudia al ser humano desde todos los ángulos precisos, pero especialmente desde su concepción. Reconozco que la psicología no tiene un método específico sino que se ocupa de muchos, pues todos somos distintos. Hoy, no me cabe la menor duda de que la psicología sirve para el engrandecimiento o degradación de la raza humana; por esta razón, la labor del psicólogo es confeccionar una psicología que no necesite demostrar, sino que simplemente se acepte, se asuma y sea feliz. Sin duda la tarea del psicólogo hoy en día es muy compleja. La percepción generalizada de que la condición emocional de la humanidad está en declive, en ocasiones no permite que la psicología se solidifique y empiece a considerarse a sí misma como una ciencia capaz de crear conocimiento certero y comprobable acerca de la conducta humana.
En este momento de la historia de la humanidad, más que en ningún otro, la psicología es el puente para informar al mundo que el progreso está en la rehumanización. El futuro de la psicología está construyéndose hoy paso a paso; a través de ensayo y error ha aprendido a desgranar las inquietudes humanas para analizarlas desde una perspectiva crítica y lógica, como lo aprendió de sus hermanas científicas, pero al mismo tiempo apoyándose en deducciones y conjeturas, como se lo enseñó la filosofía, para dar respuesta a las diversas incógnitas que han surgido alrededor del comportamiento humano.
Autor: Ana del Castillo